112. El ego que ama el alma


C28  “Narciso sólo llega a ser capaz de amarse a sí mismo cuando aprende a amarse como objeto. Ahora tiene una visión de sí mismo como si fuera otro. No se trata del ego que ama al ego. Es el ego que ama al alma, que ama una faz que presenta la profundidad de la propia alma. El amor por una nueva imagen de uno mismo conduce a un nuevo conocimiento de uno mismo y de su potencial.”           
Thomas Moore
“El cuidado del Alma”, 1992, p.103

   Vicisitudes de la vida me han llevado de nuevo a vivir las excelencias del transporte público. Quizá estaba acomodado en mi carro, quién sabe. Las cosas siempre suceden por algo.

   A lo que iba. Después de mi chute de autobús en vena he recorrido las galerías del intercambiador de la Plaza Castilla, para "volar" en el metro. Una estación antes de llegar a mi transbordo, hemos estado parados más tiempo de lo recomendable, y una voz metálica ha dicho que "por avería en la red, este tren no admite viajeros". ¿Si no los admite qué hacemos tantas personas dentro?. Todos los viajeros sin mediar palabra, sin apenas cambiar sus rostros, sin un atisbo de queja han salido del convoy, para depositarse mansamente en el andén... Solo alguien ha resoplado... yo. Una vez en el andén un escalofrío ha recorrido mi cuerpo al ver las caras de los que me rodeaban, resignación, pasividad, ni una sola queja, vigilantes de naranja por todos lados... ¿Qué nos pasa? Tengo ganas de gritar, y no me atrevo. Una estación más tarde aún me sentía un extraño en ese mundo subterráneo. ¿Qué hago yo aquí?. Al subir por las escaleras mecánicas también subía otro escalofrío montado en ellas. Las mismas caras, chicas guapas pero inexpresivas, sin chispa, frío helador corriendo por los túneles...

   Hay que reconocer que en otro tiempo el metro olía peor, pero la gente tenía expresión en sus caras, protestaba o hacía chistes cuando el tren se paraba en la estación más de lo esperado, había algún durmiente despistado que no terminaba de bajar, alguna pareja se daba un beso para amenizar la espera, y había murmullos, vidas corriendo por los andenes, ilusiones montadas en escaleras mecánicas...

   ¿Estamos así porque hay crisis, o hay crisis porque estamos así?. Ya sabéis que voto por lo segundo... Quizá no sea tan malo que regresemos a niveles de hace años en lo económico, porque quizá volvamos a encontrarnos a nosotros mismos. Cuando veo a los más pobres de la tierra casi siempre tiene una sonrisa en la boca, unos ojos expresivos, aunque tengan dolor. Quizá no sea tan malo que se haya parado mi coche porque también se para mi acomodo. La caja con ruedas se ha abierto como la caja de Pandora, y me ha devuelto al mundo. Lo que parece negativo puede no serlo en realidad y ser la puerta que nos lleve a un nuevo conocimiento de nosotros mismos y de nuestro potencial. Dejemos que el miedo salga de nuestro interior y cambie nuestras caras, esas mismas caras que hoy se confundían con las baldosas  de un andén de metro cualquiera.