Mi Atleti



He preferido que pasen unos días para que se decanten los sentimientos, pero no podía dejar de escribir esto, me lo pide el cuerpo. Además tiene que ver mucho con la gestión de las emociones, al menos de las mías. El pasado viernes sentí realmente que perdía algo y eso se tradujo en un profundo dolor en mi corazón y el motivo no era otro que el anuncio del nombre del nuevo estadio, con la sorpresa del cambio de escudo incluida, por parte de los dirigentes del Atlético de Madrid. El lunes pasado, por la tarde, pasé caminando por el Puente de Toledo y no se veía el Calderón por la niebla. ¿Una metáfora? 

Aunque soy consciente de que tiene mucho que ver con mi situación actual, en la que noto un sentimiento velado de pérdida, hay una parte de mi que ve esto como una "tontería". Pero el dolor es real y viene muy unido a las emociones que tengo asociadas a dicho club de fútbol, sobre todo a mi padre, que fue socio del Atleti cuando jugaba en el antiguo Metropolitano y le brillaban los ojos cuando me hablaba de la "gradona". Curiosamente dejó de serlo cuando se cambiaron al entonces estadio del Manzanares, cuando yo tenía tres años... Por tanto mi vida en rojiblanco ha estado unida al estadio Vicente Calderón.

No se si fui antes, creo que no. Pero el primer recuerdo que tengo del Calderón es el homenaje a José Eulogio Gárate once años después. Todavía está por casa de mis padres el cartel que anunciaba aquel partido y al que por supuesto fui acompañado de mi padre y también vino mi hermana. El sentimiento por un club es el que nosotros alimentamos con nuestros recuerdos, o más exactamente, con lo que creemos sobre lo que recordamos. Y los recuerdos que crees tener no son la realidad de lo que pasó, ni coinciden con los que tienen otras personas que también estuvieron allí.

¿Para qué proyectamos nuestros sentimientos en algo tan externo a nosotros como un club de fútbol? En realidad el club no deja de ser una creencia, una idea. ¿Cuantos jugadores y técnicos quedan del Atleti de hace 7 años? Es algo en constante evolución y cambio, y que sin embargo nosotros percibimos como inmutable, y sentimos que nos quitan algo cuando se cambian de estadio o nos cambian el escudo. O qué decir de jugadores que cuando jugaban en el Atleti eran los mejores del mundo y ahora son unos "paquetes" porque se fueron a otro equipo. Sin embargo siguen siendo los mismos, con sus virtudes y sus errores, y además no los conocemos como personas, sino a través de su imagen como jugador de fútbol, ni sabemos los motivos por los que se fueron realmente. Cualquiera que haya jugado al fútbol y haya estado en un vestuario sabe que lo que pone la prensa dista mucho de la realidad.

Siempre he tenido una lucha interna. Lo que siempre me gustó y me motivó realmente era jugar al fútbol o al fútbol sala. Dices que ver los partidos por matar el gusanillo de jugar, pero no lo consigues... No hay nada que se parezca a ser tu el protagonista del partido, aunque no haya ni un solo espectador. ¿Por qué nos implicamos tanto en algo que no podemos influir, o influimos muy poco? A veces un campo lleno de gente animando consigue que los jugadores renueven sus energías... Pero esto ocurre en contadas ocasiones y aún con ese apoyo, no hay garantía de que el resultado sea el deseado. Curiosamente algo parecido nos pasa con la política, delegamos cosas importantes en otros que luego hacen "lo que quieren". 

Si a esto unimos que muchas veces expresamos los sentimientos en el fútbol y no lo hacemos con la persona que tenemos al lado, aumenta mi perplejidad. Hay un mundo ahí fuera que creemos real, muy mediatizado por la televisión y otros medios de comunicación, en los que la protagonista es ya la red de redes. Pero lo importante es lo que tenemos cerca, las cosas sobre las que podemos influir y que dependen de nosotros. A veces los equipos de fútbol solo alimentan la idea de separación, como los partidos políticos o pertenecer a un grupo religioso determinado, y esa idea por desgracia, muchas veces lleva a la violencia. Nos aferramos a unas ideas, a unas creencias y a unos colores por encima muchas veces de nosotros mismos.

Recuerdo todavía cuando podía ver los partidos con mis amigos del Real Madrid y los "piques" se vivían con alegría conscientes de que era un juego y de que por encima de todo eramos amigos. O cuando mi padre que trabajaba de barman en un conocido establecimiento cercano al Bernabéu me contaba como se reunían allí jugadores colchoneros y merengues para tomar una cerveza... Eso ahora me parece impensable en el fútbol profesional aunque se que se sigue haciendo en el fútbol aficionado y en categorías inferiores, emulando los famosos "terceros tiempos" del rugby en los que los jugadores de ambos equipos salen juntos a celebrar el encuentro. Ahora parece que se tiene que estrellar el avión de un equipo para que volvamos a recordar que vamos todos en el mismo barco.


Yo no soy "Mi Atleti", ni tiene sentido que me sienta mal por lo que otras personas deciden. Eso que llamo "Atleti" (mejor sin el posesivo) no es más que un conjunto de emociones y de vivencias impregnadas de afectos que yo asocio con ese club. Y que tienen que ver más con mi padre, con mi familia, mis amigos y con recuerdos de toda mi vida. Elijo lo que me haga feliz y, como en todo en este mundo, de mi depende lo que resuelva hacer con ello, puesto que soy el protagonista del partido de mi vida. Ahora tengo más escudos para elegir...






   

¿Qué son las adicciones?



Una amiga mía dice que cuando pones la definición de la RAE es que vas a dar la tuya propia. Pero a mí me resuena mucho y me parece muy coherente la que da la Real Academia de la Lengua:
  • adicción Del lat. addictio, -ōnis 'adjudicación por sentencia'; adicto.
  • f. Dependencia de sustancias o actividades nocivas para la salud o el equilibrio psíquico.
  • f. Afición extrema a alguien o algo.
Procede del latín "addictus" que significa comprometido, sujeto, obligado, y aludía al deudor insolvente que por sentencia judicial era entregado como esclavo a su acreedor.
En este sentido la palabra clave en la adicción es la dependencia, pues la persona es esclava de la sustancia o la actividad que repite. Cuando hay dependencia se altera el equilibrio del organismo y por tanto produce efectos nocivos en la salud, entendida en un sentido holístico, es decir, es algo que afecta a todos los aspectos de la vida de la persona. Literalmente la persona deja de ser ella misma y vive para algo externo.
La segunda acepción también es interesante pues alude a la afición extrema a alguien o algo. Aquí entrarían las dependencias emocionales, la codependencia, adicciones a los video juegos, a las apuestas... etc. El criterio para saber si existe adicción es precisamente si causa problema en la vida de la persona, si se ha alterado el equilibrio y la persona empieza a quitarse tiempo de actividades básicas para la vida como relacionarse, comer o dormir.  Aquí entra el concepto de abuso frente al de uso. Todo en su justa medida puede ser beneficioso pero si se consume en exceso o se hace todo el tiempo lo mismo, se convierte en algo perjudicial. La pregunta del millón es ¿cuál es la justa medida? Como veremos, esto depende de cada persona.
Otro aspecto importante que se deriva de la definición es que existen dos grandes tipos de adicciones: a sustancias y a actividades, y apunta que estas últimas puede ser a algo o a alguien, cuando habla de "afición extrema".

Bajo mi punto de vista existen una serie de conceptos clave que determinan las condiciones de la adicción:

1) Dependencia: La sustancia o la conducta se convierten en algo indispensable que cada vez exige más a la persona y llega a convertirse en "su vida", no existiendo nada más. Sin esa sustancia o esa actividad, la persona no es nada.

2) Tolerancia: Es el fenómeno por el cual paulatinamente hay que ir aumentando la dosis del estímulo adictivo para conseguir los mismos efectos deseados. Esto viene de que el cerebro se va habituando a dicho estímulo adictivo y cada vez necesitamos más cantidad para conseguir los mismos.efectos El problema es que llega un momento en el que el cerebro se satura y ya no produce tales efectos, pero si falta la sustancia o la actividad nos encontramos mal. Por ello se suele decir que la adicción empieza para estar bien y se acaba manteniendo para no estar mal. En esto tiene mucho que ver la gestión de placeres y consecuencias negativas de las adicciones, que es algo muy particular de la idiosincrasia de cada persona.

3) Síndrome de abstinencia: Son los efectos adversos que se producen cuando falta la sustancia o la actividad que causa la adicción. La estrella de los efectos adversos es la ansiedad, que está presente en todo tipo de adicciones. El "craving" es una ansiedad extrema unida a un impulso irrefrenable de consumir la sustancia o realizar la actividad que representan el estímulo adictivo. Está muy relacionada con los trastornos obsesivo-compulsivos. Un dato curioso es que el único síndrome de abstinencia que puede llegar a ser mortal es el del alcohol, cuya fase más aguda es el llamado "delirium tremens". Este último también puede darse en pacientes con intoxicaciones agudas por benzodiacepinas o barbitúricos, aunque es mucho más raro.

4) Ritual o programa mental: Todas las adicciones siguen un programa o un patrón mental que es la base que mantiene la conducta adictiva. Si tenemos en cuenta que el 90 % de este programa es inconsciente y que los patrones que nos llevan a la ilusión del dolor son los más adictivos, comprenderemos por qué a veces parece tan difícil salir de la adicción. Por otro lado, no es casualidad que muchas drogas estén muy presentes en ritos religiosos o similares, en especial en culturas chamánicas tan antiguas como la humanidad. Precisamente las religiones se basan en una de las "sustancias" más adictivas que existen, las creencias. De hecho  las adicciones se podrían explicar como la preponderancia o el abuso de determinados programas mentales, en los que tienen un papel muy importante las creencias, la fe y los sistemas de valores, teniendo en cuenta que las emociones y el nivel subconsciente tienen un peso mayoritario.

5) Vacío interior: En mi experiencia el 90 % por ciento de las personas que he tenido la oportunidad de acompañar en sus procesos de tratamiento para salir de algún tipo de adicción comentaban ese "vacío" como explicación para haber llegado a ellas. Algunos también lo llamaban "vacío emocional" y parecían tener su origen en programas mentales adquiridos durante la infancia. Podría decir que todos procedían de familias desestructuradas, entendiendo como tales las que presentan grandes dificultades en la gestión de las emociones y, por tanto, los miembros no ocupan en la familia el lugar que les corresponde y las relaciones que se establecen entre ellos son conflictivas o dolorosas.
En el fondo este "vacío interior" tiene su explicación en que los adictos buscan fuera lo que en realidad está dentro de ellos. El amor y el reconocimiento de nuestro valor como personas es algo con lo que ya nacemos pero que equivocadamente buscamos en otras personas, en sustancias o en actividades que nos inunden de emociones con una base ficticia. Esto hace que se resientan nuestra identidad y el sentido que le damos a nuestra vida.

6) Enfermedad: Si bien las adicciones están consideradas como una enfermedad debemos hacer aquí algunas puntualizaciones. Las entiendo como enfermedad en el sentido amplio, y prefiero hablar de trastornos complejos, ya que afectan a todas las áreas de la vida de la persona, incluida la identidad y lo transpersonal. En cualquier caso, una adicción no es un resfriado. El paciente en el sentido estricto, el que espera que sean los medicamentos o los profesionales sanitarios los que le den la "solución",  no es el que va a salir de la adicción sino aquel que tome la decisión de cambiar de vida y sea consciente de su situación, o lo que es lo mismo, el que se de cuenta de quién es y de lo que supone la adicción en su vida. Solo desde el autoconocimiento y de la consciencia del valor que tenemos por el simple hecho de existir se puede empezar el camino que lleva a la salida de la adicción. Este es un proceso activo que habrá que afrontar paso a paso.

7) Proceso individual: Todos los factores reseñados en los seis puntos anteriores son personales e intransferibles de cada ser humano. Cada sustancia o cada actividad influye de manera y medida distintas en cada persona. Más allá de un diagnóstico más o menos acertado la adicción existe en la medida en que la persona ya no está a gusto con la situación que tiene y empieza a ser consciente de los problemas que la adicción le trae, al sentirse esclavo de una sustancia o una actividad. Si bien es verdad que muchas veces nos vemos a través de los demás, y son los familiares o el entorno los que empujan a la persona a dar el primer paso, el adicto es, de alguna manera, el que ha creado su propia adicción y solo él conoce el camino de salida. Otro aspecto importante es que la adicción tiene una intención positiva en la vida del adicto, que ese "yo adictivo" también es la propia persona por lo que no se trata de negarlo o eliminarlo sino de integrarlo en la nueva realidad libre de adicciones.