139. De semejantes y aves migratorias...

F04  "Los semejantes se atraen. Limítate a desplegar tu propia personalidad serena, transparente y luminosa. Cuando irradiamos lo que somos, preguntándonos a cada instante si lo que hacemos es lo que deseamos hacer y haciéndolo solo cuando la respuesta es afirmativa, nuestra actitud rechaza automáticamente a quienes nada tienen que aprender de lo que somos y atrae a los que si tienen algo que aprender, que son los mismos de quienes nosotros a la vez aprendemos." 
Richard Bach 
"Ilusiones", p.108

Durante mucho tiempo he sentido que una parte de mi corazón murió a principios de Julio de 2010. Entonces me alejé de lo que había sido la ilusión de mi vida hasta ese momento: vivir en aquella casa en el campo rodeada de árboles, con las grullas volando por el cielo, compartiéndola con mi Ave migratoria y con mis seres más queridos . Ahora sé que tuve mis motivos, y que paradójicamente lo hice por amor, aunque quizá fuera un amor mal entendido. Sí, porque me olvidé de mi, porque creí que aquella situación se solucionaría marchándome y no con más amor, sobre todo a mí mismo. Es cierto que necesitaba un respiro, me había cansado de tirar del carro de nuestra relación y me sentía solo. Con el tiempo he comprendido que el amor es eso: tirar siempre del carro aunque a veces nos parezca que estamos solos. Quizá era esto lo que tenía que aprender y que en realidad nunca estamos solos. Y en la vida, si las cosas se hacen con amor, con pasión, lo importante es siempre lo que damos. Pero a mi se me olvidó y creí que alejarme era amar... ¡Qué gran error!. 
No por irme, no, sino por pensar que ya no era lo suficientemente bueno para mi Ave migratoria, que las personas a las que amaba estarían mejor sin mi, por dejar de quererme en definitiva. Y nos quedamos solos y nos sentimos solos... Y eso no mejoró las cosas, me alejé de lo que más quería y lo que más quería se alejó de mi. Y mi Ave migratoria hizo lo que estaba en su esencia: emigró hacia otras tierras en busca del calor que no tenía conmigo, y me aferré a lo poco que me quedaba, a lo más primario, a mi hija, porque ni siquiera me tenía a mi mismo...
Han transcurrido tres largos años para despertar, para salir del coma, para volver a comprender que el amor es otra cosa, que es vida, que se expande y no se puede esconder en las frías noches de invierno de aquel pueblo de la sierra, en el que ya había vivido otra historia similar. Mucho tiempo pensé que aquella Ave migratoria ya no me quería, tanto que al final se hizo realidad y permaneció en tierras más cálidas, quizá ya para siempre... Pero no era ella, fui yo el que dejo de citarse con mi Alma, y todo se fue terminando poco a poco, aunque yo no terminaba de ser consciente de ello y pensaba que ese Ave no se había marchado de mi lado. Pero ni siquiera había cuidado mi nido para ella.
Lentamente, pero seguro como el crecimiento de una planta, vuelve a salir el sol, esa niebla de dolor se va disipando, después de haber arrancado varias veces de mi corazón a ese Ave migratoria... Una vez más la lección está en que lo importante es lo que sientas en tu interior y en como lo transmitas con tus actos. La vida nos sigue dando oportunidades, para ver si hemos aprendido la lección pero casi siempre repetimos los mismos errores. Quizá esta vez no, después de la tormenta me siento más fuerte, mi luz vuelve a brillar, vuelve a manar amor de mi interior, vuelvo a contactar con Alma, estoy en paz conmigo mismo y todo esto lo transmito a los que me rodean. 
Me había sentido tan fracasado... Ahora comprendo que durante casi siete años tuve lo que en el pasado tanto había deseado y fui feliz, que todo ese tiempo aprendimos muchas cosas juntos a pesar de que no era fácil, lo conseguimos, lo hicimos bien. Es verdad que algunas lecciones me quedaron para septiembre, pero al final las aprobé...
Hoy he vuelto a mirar a mi corazón. Aquella parte de él que yo pensaba que había muerto está llena de nidos y de vida. Bandadas de grullas van y vienen de un lado para otro. Y en uno de esos nidos he visto a aquella Ave que emigró a otras tierras, alimentando a sus polluelos... Siempre tendrá un nido acondicionado en mi corazón y sus crías dan continuidad a la vida. Y en otros ya empiezan a anidar nuevos amores, o ¿serán viejos amores o los polluelos de estos los que anidan?.

rosarito, gredos, grullas, madrigal de la vera