AMARTE: Ecología


"Ningún ser humano es una isla. Estamos todos relacionados y todos aprendemos y crecemos juntos en este viaje." Wayne W. Dyer

Según la definición de la RAE la ecología es una ciencia y estudia a los seres vivos como habitantes de un medio determinado, así como las relaciones con otros seres vivos y con el propio medio. El ser humano no es una excepción y, como ser vivo que es, pertenece a varios sistemas o ecosistemas: sistema personal, familia, localidad, país, medio ambiente en el que vive, La Tierra (Gaia), Universo...

Desde muy pequeño he vibrado con la naturaleza, los animales y en especial las aves. Nunca he terminado de comprender por qué nos hemos empeñado en separarnos de la Naturaleza. Todo parece conducirnos a una idea de separación, de que estamos solos y debemos luchar por nuestro sustento. Pero en realidad estamos relacionados con todo lo que nos rodea...

Para mí el concepto clave en ecología es el equilibrio, al que podríamos equiparar con los conceptos de armonía y de paz, si atendemos a un enfoque más espiritual. Como veis estos términos ya han aparecido en las anteriores claves para Amarte y están muy relacionados con todas ellas, especialmente con la Resiliencia y los Tesoros que son las emociones. Pero tenemos que mencionar una vez más que todo surge de lo que ocurre en nuestro interior: si nos amamos a nosotros mismos, si confiamos en lo que somos y en nuestra capacidad, estamos en paz y armonía y eso es lo que irradiamos hacia fuera. Si estamos en coherencia con nosotros mismos tendemos a equilibrar todos los sistemas a los que pertenecemos, porque veremos el equilibrio en todo, el orden en el caos. Ese equilibrio es lo que facilita precisamente la sostenibilidad, de la que ahora se habla tanto. Si algo está en equilibrio se sostiene por sí mismo.

Desde el punto de vista de las adicciones todo esto cuadra y mucho, siendo un aspecto muy importante. De todos es sabido como la adicción impacta en el entorno del adicto y como puede llegar a destruirlo. La adicción es puro desequilibrio, algo insostenible. Por eso es importante saber que lugar ocupan tanto la persona como su adicción desde un enfoque sistémico, y como se relacionan. Durante el proceso de salida de la adicción se debe tener en cuenta también como afecta dicho proceso al entorno y de qué manera se puede recobrar el equilibrio, de forma que todos los elementos del sistema ocupen el lugar que les corresponde. Sin olvidar el gran apoyo que supone para la persona adicta que su entorno esté con él y sirva como catalizador del proceso. El adicto se siente como un individuo aislado y el hecho de empezar a sentirse conectado con los que le rodean le sirve de motivación para seguir en el camino.

Todo ello iría en la línea del concepto de ecología mental que nos acercan autores como Jorge Lomar o Félix Torán, entre otros. Este último la define en su libro "Ecología mental para Dummies" como "actuar de forma consciente con el objetivo de convertir este mundo en un lugar mejor para ti y para quienes te rodean." Se trata de una actitud consciente y responsable que nos lleva a alejarnos de la idea de separación relacionada con el ego, de la percepción de vacío y soledad, y nos acerca a la idea de que estamos conectados con todos y con todo, ya que en esencia, estamos hechos de lo mismo. Como el efecto mariposa un pequeño acto de amor por mi parte puede suponer grandes cambios. La ecología mental tiene que ver con el cuidado de nuestro jardín interior.

La ecología estudia las relaciones entre los seres vivos entre sí y con el entorno. En toda relación tienen una gran importancia las emociones y su gestión, como ya hemos visto. La gestión de nuestras emociones desde la perspectiva de la inteligencia emocional bien podría considerarse como una ecología emocional, como ya mencionan algunos autores. La emoción es un elemento fundamental en nuestra relación con el entorno que nos rodea, con nuestros semejantes y con otros seres vivos, en definitiva, con el ecosistema en el que nos movemos. 

Hay una idea que expresa que lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos es ayudar a los demás, dar a los demás. Y lo mejor que podemos dar es amor. Desde la ecología la persona trabaja con los aspectos de su ser que le permiten vivir en armonía con los sistemas a los que pertenece, si él está bien y aporta a su entorno, este le devolverá con creces aquello que ha dado pues todo está conectado y nosotros no somos una excepción.


AMARTe: Tesoros


"Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno. Con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo." Aristóteles

Seguramente te estarás preguntando ¿a qué viene esto de "tesoros"?. Cuando pensamos en un tesoro generalmente se nos vienen a la cabeza un cofre lleno de monedas de oro y joyas valiosas, escondido en una isla lejana u otro lugar recóndito. Y en cierto modo es así porque "las emociones son tesoros". La frase no es mía. La primera vez que la oí fue a Marian Frías que, junto a Gonzalo Campos, me enseñaron el apasionante arte de la Inteligencia Emocional. Y esta frase que puede parecer simple y hasta infantil, me resultó profundamente reveladora. Dejad que los niños se acerquen a mi.

Pertenezco a esa generación que ha escuchado cientos de veces aquello de "los niños no lloran". Qué privilegiadas me resultaban las niñas que podían llorar cuando les daba la gana. La verdad es que en aquel tiempo yo sabía muy poco de niñas, pues iba a un colegio masculino. Más tarde comprendí que no lo eran tanto, pues a ellas les reprimían otras emociones, puede que más incluso. Parecía que todos teníamos que meterlas en un cofre y enterrarlas en una remota isla desierta. Y según íbamos creciendo, como suele ocurrir en estos casos, se nos perdía el mapa del tesoro e incluso llegábamos a olvidar que existía aquel cofre lleno de riquezas, dejando un espacio vacío en nosotros que no entendíamos. Y puesto que nos habían educado para ello, comenzábamos a buscar fuera de nosotros aquello que sentíamos que nos faltaba. Aquella frase supuso, al menos, recordar que una vez había existido un mapa del tesoro, y paso a paso terminé por encontrar el camino para llegar al cofre.

Pero, como sabemos, los tesoros se los llevan los piratas. Así que para encontrar nuestro tesoro tenemos que serlo un poco. Escudriñar el horizonte para saber dónde estamos y qué pasa, ir por caminos poco transitados, algunas veces saltarse alguna norma que otra y, sobre todo, pasar a la acción. Cuando encontré el mapa no pude contener mi sorpresa... Como en aquel cuento, habíamos escondido el cofre en el lugar que menos nos podíamos imaginar que lo íbamos a encontrar. Sí, todos los indicios conducían a un lugar en mi interior. Y yo que pensaba que todas las cosas valiosas estaban fuera de mi... Pero resultó que cómo nos sentimos con nosotros mismos es lo que determina las relaciones que tenemos con los demás y con el mundo.
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Al abrir el cofre pude darme cuenta de que todas las emociones son igual de valiosas, todas nos aportan algo, todas tienen un mensaje para nosotros si nos paramos a escucharlas y hacemos por comprenderlas. Aunque tendemos a clasificarlas como agradables o desagradables, positivas o negativas, esto es algo que sólo está en nuestro programa. Todas están ahí para algo. Ser conscientes de nuestras emociones y lo que nos quieren decir es la mitad del camino para gestionarlas. No se trata de esconderlas o reprimirlas, sino de integrarlas como parte que son de nosotros. Podríamos definir las emociones como sentimientos que nos impulsan a la acción, nos mueven. No hay emociones buenas o malas, sino emociones que nos acercan a lo que queremos y emociones que nos alejan de ello. Si las encerramos en un cofre nos llegan a bloquear, y nos pueden llegar a hacer daño. Es una cuestión de dejarlas fluir y nos permiten conocernos a nosotros mismos, este es su mayor regalo. Resulta que "la isla del tesoro" está dentro de ti.

Todo esto me hizo recordar que prácticamente todas las personas con las que había trabajado, la gran mayoría de las cuales padecían algún tipo de adicción, hablaban de un "vacío emocional" que les había hecho ser dependientes. Todos habían vivido en ambientes tormentosos desde el punto de vista emocional, en lo que llamamos familias desestructuradas y habían sufrido traumas emocionales, o al menos habían vivido situaciones que ellos habían interpretado cómo traumáticas. Pero también me llamaba la atención el hecho de que no todas las personas que habían vivido en ambientes similares habían acabado de la misma manera. Se daba el caso de hermanos que habían seguido después caminos muy distintos, como si la elección personal jugara un papel importante, como vimos al hablar sobre sobre la resiliencia. Y la clave parecía estar en si la persona escuchaba o no a sus propias emociones y qué hacía después con la información que estas le daban. 

Parecían tener tres grandes opciones. Reaccionar ante la emoción según venía, reprimirla sin más o atender al mensaje que traía esa emoción y su significado y responder ante ella, tomando la acción que la emoción nos pide, desde la serenidad. Sólo el hecho de reconocer las emociones que les bloqueaban suponía un avance importante, aunque en un principio pudieran sentirse muy incómodos. A veces suponía pasarse tardes enteras llorando en el sillón, pero esas lágrimas parecía ejercer el mismo efecto que las gotas de lluvia sobre una planta después de la sequía. Las limpiaban, las refrescaban y las dejaban listas para cumplir de nuevo su auténtico propósito. Ante todo, lo que "curaba", era la aceptación de esas emociones como algo propio, sin juzgarlas, y la comprensión de que todas son valiosas por sí mismas.

Respecto a la existencia o no de emociones básicas los distintos estudios no parecen demostrar que existan unas emociones que podamos considerar como tales o al menos no se ponen de acuerdo en cuáles ni en cuantas son. Mi experiencia me lleva a la idea de que, como la inteligencia, son algo muy personal, propio de la idiosincrasia de cada individuo en su interacción con el mundo. Hay quien habla de cuatro emociones básicas (ira, miedo, tristeza y alegría), Daniel Goleman las sitúa en seis según algunas fuentes y menciona ocho en el anexo de su libro "Inteligencia emocional". Y ya si nos vamos a un enfoque espiritual se habla de que solo hay dos el amor y el miedo, y que solo el amor es real. Además, ¿cuando yo siento ira, por ejemplo, siento lo mismo que tu cuando dices que sientes ira? Es casi seguro que no, ni la sentimos por los mismas causas. Por eso yo prefiero hablar de "familias" de emociones en la línea del proyecto "Universo de emociones" impulsado por Eduardo Punset y Rafael Bisquerra, entre otros, y que contempla la existencia de seis galaxias de emociones principales con sus interacciones tanto a nivel interno dentro de cada galaxia como a nivel "intergaláctico". Este "universo" nos facilita la posibilidad de poner nombre a cada emoción que sentimos, nos ayuda a identificarla y situarla. Por otro lado nos lleva a la comprensión de que cada persona tiene su propio mapa estelar en cuanto a las emociones se refiere y a lo importante que es que cada uno explore en profundidad su propio universo emocional. De hecho proponen que los rasgos de personalidad tienen su base en ese "mapa emocional" que es propio de cada persona y en las elecciones que cada uno hacemos en base a él.

En este vídeo podemos ver un programa de Redes en el que se repasa la relación entre las emociones y lo que aprendemos, cómo gestionar las emociones para que nos ayuden en nuestros aprendizajes y no nos paralicen:


AMARte: Resiliencia


Los que hemos vivido en campos de concentración podemos recordar a aquellos hombres que se paseaban por los barracones consolando a los demás, regalándoles su último pedazo de pan. Tal vez hayan sido pocos en número, pero constituyen la prueba definitiva de que a un hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: su última libertad, la de elegir la actitud que ha de adoptar en cualquier circunstancia, la de escoger su propio camino. "  Victor Frankl

La resiliencia, según la definición de la Real Academia Española de la Lengua, es la capacidad que tiene el ser humano de adaptarse frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos. También es interesante la acepción del material o el sistema que puede recuperar su estado inicial, como una esponja. Pero desde el punto de vista del desarrollo personal vamos un poco más allá, añadiendo matices importantes: no sólo nos permite afrontar las crisis o situaciones traumáticas, sino que además podemos salir fortalecidos de ellas. Como vamos a ver la resiliencia tiene mucho que ver con los otros cinco aspectos del Método AMARTE, de hecho va de la mano con ellos y se enriquecen mutuamente. La persona resiliente elige responder de una manera asertiva y positiva ante la adversidad, de tal manera que no solo es capaz de sobreponerse a las dificultades de la vida, sino que da un paso más y aprovecha esas situaciones para crecer y desarrollar al máximo su potencial.

La resiliencia es ante todo una actitud, algo que elegimos y que podemos aprender, cambiando nuestras creencias y nuestros hábitos si así lo queremos, lo cual implica compromiso con uno mismo. Este compromiso consiste en esencia abandonar cualquier atisbo de victimismo y tomar las riendas de nuestra propia vida.

¿Qué tengo que hacer para ser resiliente? Estas son las 9 claves de las personas resilientes:

1. Poseen una sana autoestima:  Basada como ya sabemos en el autoconocimiento, la aceptación incondicional de lo que somos y de nuestra circunstancia y la experiencia del Amor y la paz en nuestro interior. Puesto que tienen esa sana autoestima se fijan metas coherentes, se conocen más profundamente a sí mismos y este autoconocimiento hace que sean conscientes de sus fortalezas y debilidades, así como de las oportunidades y amenazas de su situación actual. Tienen sueños pero con los pies en el suelo, pues son conscientes de los recursos que poseen y saben que la meta es lo que les motiva, pero que la felicidad está en el camino que lleva a esa meta.

2. Son responsables y, por tanto, se comprometen con ellos mismos. Puesto que se aceptan y se aman incondicionalmente es natural para ellos hacer lo necesario para volver a su magnificiencia y, como consecuencia, mejorar sus circunstancias externas. Son constantes y tenaces con sus propósitos, los cuales son coherentes con lo que sienten, con lo que piensan y con lo que dicen. Su visión del mundo hace que estén en sintonía con prácticas como la meditación o la atención plena (mindfulness), lo que les permite estar centrados en el presente y ser conscientes de la belleza que existe en todas las cosas, empezando por ellos mismos.

3. Ven en todas las dificultades y vicisitudes de la vida una oportunidad para aprender. De hecho la resiliencia tiene mucho de reaprender y desaprender viejos hábitos que ya no sirven para aprender otros nuevos. La persona resiliente es creativa, comprende que para afrontar las crisis es necesario cambiar el punto de vista para crear nuevas formas de superar las dificultades.

4. Ven tesoros por todas partes. Son optimistas, intentan ver la parte positiva que tienen todas las circunstancias y todas las personas. Saben gestionar sus emociones, no se dejan secuestrar por ellas y actúan con inteligencia emocional, dejan de reaccionar y pasan a responder desde su propia coherencia interna. Confían en que los malos tiempos pasarán y en que nada es para siempre. Viven el momento presente, que es el único en el que pueden hacer algo, sin dejarse amedrentar por los lastres del pasado ni por las incertidumbres del futuro.

5. Practican la ecología, son conscientes de que no están solos en el mundo y tienen en cuenta los distintos sistemas a los que pertenecen. Procuran que todos ellos estén en equilibrio y que todos los elementos que forman parte de esos sistema ocupen el lugar que les corresponde, incluyéndose ellos mismos. Con su actitud emanan equilibrio allá por donde pasan. Saben de la importancia de las relaciones y de que estas sean sanas, que sean un encuentro entre dos o más personas que crecen juntas. En este sentido se suelen rodear de personas con actitud positiva.

6. Saben pedir ayuda y cuando pedirla. Para estas personas el hecho de pedir ayuda no es algo que suponga que son débiles sino todo lo contrario, son personas que tienen claros sus objetivos y se valoran tal como son. Saben que en los momentos de vacas flacas el apoyo social facilita seguir adelante y ayuda a ampliar las opciones.

7. Fluyen, aceptan la realidad tal como es y no como ellos quisieran que fuera. Saben que no podemos controlarlo todo, que en realidad controlamos muy pocas cosas y aún así, ellos se sienten cómodos ante la incertidumbre, porque confían en sí mismos, en la vida y en lo que esta pueda depararles. Son conscientes de que la vida es cambio constante, por lo que no temen al cambio y fluyen con él, adaptándose de manera natural.

8. Integran aquello que a primera vista puede parecer negativo y lo convierten en fortaleza. Saben que todo es relativo: nada es bueno ni malo del todo, lo que en un principio parece ser malo luego puede convertirse en bueno y viceversa. En realidad no hay nada bueno ni malo, todo nos enseña. Esa parte que vemos cómo negativa también forma parte de nosotros y suele tener una intención positiva. Para mí se relaciona con el arte japonés del Kintsugi, que trata de reparar piezas de cerámica con un fuerte adhesivo mezclado con polvo de oro. Así las cicatrices se hacen más visibles, en lugar de esconderlas o negarlas, como símbolo de que los traumas también son parte de la historia de la pieza, y después de repararla adquiere más consistencia y más valor. La foto que abre este artículo muestra un corazón de material cerámico que ha sido reparado con esta técnica, una metáfora de lo que ocurre en el corazón de una persona resiliente.

9. Aquellos que adoptan la resiliencia como un estilo de vida poseen un gran sentido del humor. Sobre todo han desarrollado una gran habilidad para reírse de ellos mismos, como  una manera de darle a las cosas la importancia que realmente tienen y relativizar todo aquello que nos pasa. La risa nos aleja del drama de nuestras vidas y la alegría es la antesala del amor, por no decir que es su más pura expresión.

Porque lo importante no es lo que te pasa, sino lo que haces con lo que te pasa...





AMArte: Aprender


"Aprender es descubrir lo que ya sabes. Actuar es demostrar lo que sabes. Enseñar es recordar a los demás que saben tanto como tú. Sois todos aprendices, ejecutores, maestros." Richard Bach

Aprender es adquirir conocimientos por medio del estudio, la práctica o la experiencia. También se aplica al proceso mediante el cual fijamos algo en nuestra memoria. El aprendizaje es una de las maneras de crear pensamientos en nuestra mente, que son la manera a través de la cual registramos las ideas y las representaciones que tenemos de la realidad, así como de las relaciones entre ellas. Los pensamientos dependen de mi y son los que crean eso que cada uno llama "realidad", y que no es otra cosa que mi interpretación particular del mundo.

El aprendizaje está muy relacionado con la autoestima y, por tanto, con el autoconocimiento al que podríamos considerar como un aprendizaje sobre nosotros mismos. Este proceso implica curiosidad por uno mismo y por nuestro entorno, recordando lo que realmente somos. Esa curiosidad, ese redescubrimiento del misterio de nuestra propia realidad y de lo que nos rodea es, sin duda, el mayor motor del aprendizaje. La pasión por lo misterioso está en la esencia de cualquier cosa que aprendemos.

Aprender es un proceso activo. Nuestro conocimiento en sí mismo no sirve de nada si permanece en el mundo de las ideas. Para que sea efectivo debe hacerse, llevarse al mundo de lo material y experimentar con ello. Por eso es bueno elaborar un plan de acción que es la vía por la cual la experiencia de algo llega a convertirse en sabiduría. Podríamos decir que solo cuando experimentamos algo en el mundo alcanzamos el auténtico saber y esto nos conecta con nuestro propósito, con aquello para lo que hemos venido a este mundo, con nuestra meta suprema.

Todo lo que vamos aprendiendo con el tiempo se va plasmando en el mundo en forma de hábitos, que son como una especie de programación, un software que refleja como nos comportamos y qué cosas hacemos. Sabemos además que el aprendizaje tiene un alto componente emocional, ya que son las emociones las que gobiernan el mundo de lo material. Aprendemos con más facilidad aquello con lo que más disfrutamos, con lo que está en coherencia con nuestro desarrollo personal. En este sentido es importante destacar la relación entre aprendizaje y juego, tanto en humanos como en animales. Aprendemos a través del juego que es algo que nos divierte y de lo que disfrutamos. No es descabellado pensar que esta vida es un juego...

Cuando los hábitos no nos sirven por el motivo que sea, como veremos en otra entrada, se pone en juego otro aspecto del aprendizaje que consiste en desaprender esos programas que nos mantienen en determinadas conductas.Tiene que ver una vez más con el conocimiento de nosotros mismos y de las cosas que nos hacen felices y nos motivan.
"Más los tiempos habían cambiado, y la sabiduría heredada del pasado se había convertido en insensatez."Arthur C. Clarke

Aprender esta muy relacionado con el concepto de inteligencia. Un concepto amplio que se ha definido de muchas maneras, identificándolo con el propio acto de aprender, con el saber, con el conocimiento, con la creatividad, con la toma de decisiones o la solución de problemas, entre otros. Para mí la inteligencia tiene que ver con la capacidad que tenemos para aprender cosas nuevas, la manera que tenemos de aprenderlas y cómo estructuramos el conocimiento de esos aprendizajes, en un proceso que me parece pleno de creatividad. En este sentido y en línea con lo que expone Sir Ken Robinson en su libro "El elemento"la inteligencia tiene tres rasgos básicos que la caracterizan: es diversa, dinámica y peculiar. 

Es diversa porque registramos el mundo de varias maneras diferentes, podríamos decir que utilizamos simultáneamente varias inteligencias distintas, que constituyen nuestras múltiples maneras de observar y de registrar lo que percibimos. Es dinámica porque el cerebro es un órgano sumamente interactivo y cuando actuamos se relacionan entre si múltiples regiones del cerebro. Este dinamismo provoca que el aprendizaje se convierta en algo más creativo y más efectivo, al hacer que nos enfoquemos en las analogías, es decir, en explorar todas las posibles relaciones entre las cosas y no solo en lo que las diferencia. Es aquí dónde se producen los verdaderos progresos. El cerebro es tan maleable, tan dinámico que curiosamente no paramos de aprender cada vez más sobre el propio cerebro. Y por último, la inteligencia es peculiar, propia de cada persona, tan singular como una huella dactilar.

¿Quién no se ha visto absorbido alguna vez por ese dinamismo de su propio aprendizaje? Recuerdo que en mi niñez me encantaba estudiar, aunque no tanto memorizar. Esto se explica porque siempre estaba viendo relaciones entre todo lo que aprendía, incluso de distintas asignaturas. Me apasionaba el proceso mediante el cual un conocimiento me llevaba a otro, y este a otro a su vez y así sucesivamente, hasta el punto de perder la noción del tiempo y del espacio, me olvidaba de mí mismo e incluso del objetivo concreto por el que estudiaba, que generalmente era un examen o la elaboración de un trabajo. Era un proceso en el que me maravillaban las asociaciones y las relaciones que se establecían entre las cosas. Podía parecer poco práctico al ocupar largo tiempo pero en ese momento me sentía feliz y ese conocimiento quedaba grabado para siempre. De hecho aprender era para mí una manera de evadirme de una realidad que no me gustaba y, en cierto modo, me salvó la vida. Me di cuenta de que Todo está relacionado y eso nos incluye a los seres humanos. No es el momento de hablar de ello, pero quedan claras todas las implicaciones que estos aspectos del aprendizaje tienen en el mundo de la educación y en la sociedad. Quizá deberíamos pensar más en lo que nos une que en lo que nos separa. 
 “La experiencia más hermosa es la de lo misterioso. Esa es la verdadera fuente de todo arte y de toda ciencia.” Albert Einstein

¿Y que ocurre con lo que aprendemos? Odile Rodríguez de la Fuente cuenta en su libro de 2020 sobre su padre Félix el origen de la palabra chamán. Viene a significar "el que sabe". El chamán era (y es) la persona que se comprometía consigo mismo y, por tanto, con la tribu y que emprendía un viaje, ya fuera en el mundo físico o en "otras realidades", para transcender e ir más allá de las creencias del momento. Luego, reunida la tribu en torno al fuego, les transmitía el conocimiento recién adquirido. Porque somos todos aprendices, ejecutores, maestros... Y no tengas ninguna duda de que estarás aprendiendo hasta el último instante que tengas la suerte de permanecer en esta aventura que es la vida.














AMarte: Meditación



Si tenía sentido mi vida,
me pregunté día tras día.
Tenía que estar dispuesto,
y no mirar qué sabía.
Mas la respuesta la hallé,
donde menos suponía.
En mi corazón vi escrito
lo que siempre allí había:
"Estás aquí para amar",
con sus latidos decía.
Amar a Dios que es Amor,
y qué es Amor sino Vida.
Amar al que va contigo,
cuando al espejo te miras.
Amar al que va con otros
como a quien contigo mira
Porque ese otro es tu Alma
que da sentido a tu vida.”
Miguel Ángel Prez


La meditación es el sendero que nos conduce al encuentro de nuestra presencia interior. Nos lleva al autoconocimiento y nos conecta con nuestra propia esencia, que es el Amor, lo que nos une al resto de seres del Universo. Podemos considerarla como la mejor herramienta para centrarnos y conectarnos con el Todo, pero es mucho más que una simple herramienta, es un estilo de vida que nos trae múltiples beneficios. Es la puerta hacia nuestra magnificiencia, y una vez que nos encontramos ahí empiezan a ocurrir milagros.

La acepción más habitual de meditación es la de pensar con atención y detenimiento sobre algo. En mi caso personal desde muy pequeño dirigí mi atención hacia el sentido de la vida y me preguntaba que hacía yo aquí. Con el tiempo me di cuenta de que ese maremágnum de pensamientos no me conducían a ninguna parte y que "solo se ve bien con el corazón". No hay que despreciar, a pesar de todo, este sentido de la palabra meditación, más cercano a la reflexión y al mundo material, pues fue el comienzo de un apasionante viaje a mi interior en busca de las respuestas que no encontraba fuera.

Sin embargo el significado que más nos interesa aquí tiene que ver más con la introspección, con la mirada interior que observa mis pensamientos y mis estados de ánimo o emociones. Parar el pensamiento es difícil, suele estar reservado a personas, generalmente monjes, que llevan años practicando la meditación, pero calmar las aguas y observar lo que pasa está al alcance de todos desde las primeras prácticas. La meditación está muy relacionada con la oración. No en vano, algunas formas de meditación se basan en la repetición de mantras, rezos o cánticos, con la idea de acercarnos a la divinidad. Y es que cuando nos adentramos en nosotros mismos, nos vamos acercando a lo divino.

Lo importante en la meditación es la práctica diaria, cuanto más tiempo mejor, aunque para empezar con 15 ó 20 minutos es suficiente. Probablemente hay tantas formas de meditación cómo personas en La Tierra, por lo que el primer paso es siempre encontrar la manera de meditar que es más coherente con mi ser. Es solo cuestión de paciencia y de aceptar el proceso.
No hace falta que salgas de tu habitación. Quédate sentado ante tu mesa y escucha. Ni siquiera hace falta que escuches: simplemente, espera. Ni siquiera hace falta que esperes: simplemente aprende a quedarte callado, quieto y a solas. El mundo se te ofrecerá libremente para que le quites la máscara. No tiene otra opción; caerá a tus pies en éxtasis.”
Franz Kafka
Se me viene la imagen de uno de mis maestros, Raúl M. Carús, quién, después de invitarnos a permanecer un minuto en silencio al comenzar un taller de meditación, movía sus manos con erráticos movimientos circulares alrededor de su cabeza mientras al mismo tiempo simulaba con sus dedos una especie de aleteo intermitente similar al vuelo de dos golondrinas en un caluroso atardecer de primavera. Lo acompañaba además con gestos de extrañeza y sus ojos tenía una expresión mitad de pícaro, mitad de loco. Con esto describía, de manera muy visual y acertada, ese maremágnum de pensamientos que nos acompaña a diario y concluía entrelazando los dedos de ambas manos y situando estas delante de sus ojos, como dando a entender que los pensamientos no nos dejaban ver lo importante. La meditación es el proceso por el cual nos quitamos esa "venda" de los ojos y vemos nuestra auténtica realidad.

Nos pasamos todo el tiempo pensando y perdemos la consciencia de quién somos en realidad. Coloquialmente decimos que no paramos de darle vueltas y cuando dejamos que las aguas se tranquilicen y nos relajamos, encontramos aquella solución que parecía escaparse o, mejor aún, nos damos cuenta de que los problemas no son más que productos de lo que pensamos, de nuestra imaginación. En otras palabras, nos iluminamos, vemos la luz que hay en nosotros.

Los beneficios de la meditación son incontables. Como vemos nos lleva a un estado de relajación profunda que ya es beneficioso por sí mismo. Nos permite observar nuestro propio cuerpo y cuidarlo con más amor. Como ya sabemos de medicación a meditación solo hay una consonante de distancia: es muy útil para mitigar dolores cómo las migrañas o en la fibromialgia, disminuye la tensión arterial y el ritmo cardíaco, combate el estrés y la ansiedad, nos ayuda a regular el sueño... y otros muchos que tendremos ocasión de ver. ¡Y sin efectos secundarios!

Por eso comentábamos que es un estilo de vida, saludable en sentido amplio, que nos hace cuidarnos y, por tanto, cuidar a los demás y al entorno que nos rodea. Como decíamos al principio es un sendero, un camino que nos lleva en dirección a nuestra felicidad y a nuestra realización personal. Por eso:
Cuando tú encuentres el camino
otros te encontrarán a ti
Al pasar por el camino
serán atraídos hasta tu puerta
Y el camino que no puede oírse
resonará en tu voz
Y el camino que no puede verse
Se reflejará en tus ojos
Lao Tse