Mi coche




Voy en mi coche, un "Jaguar" descapotable de color verde, por la Gran Vía. La vida me sonríe, todo va bien. Llevo los planos para reformar la fachada de un edificio histórico en tan emblemática calle madrileña. La verdad es que ha sido todo un éxito obtener este contrato. Cuando salga tengo que celebrarlo. Tomaré un whisky. Bueno al final fueron varios. Me gusta el sabor del whisky, es el sabor de la victoria... Es un poco tarde, llego a casa y Vicky me está esperando todavía despierta. La verdad es que está buena mi mujer...

Los contratos se suceden. Todo va viento en popa. Todos los días tengo algo que celebrar. Van pasando los meses. Hoy me ha parado la guardia civil y he dado positivo. No pasa nada, tengo de sobra para pagar la multa. Cada día llego más tarde a casa. Vicky ya no me espera. ¿Por qué no me espera? Hemos discutido y la he pegado. Nada grave. Solo un ojo morado. Si que está buena, si...
Hoy he cerrado otro contrato importante. Me ha costado llegar tarde a casa. Han sido muchas rondas para cerrar el trato. Para paliar la borrachera me he metido un poco de coca, y después todo ha sido coser y cantar. Pero a mí no me gusta la coca. Cuando llego, Vicky está dormida y a mi ya no me apetece despertarla. Voy al salón y me tomo la penúltima copa. Es extraño, pero al levantarme por la mañana me tiemblan las manos. Llevo ya bastantes días así. Será el estrés.
He salido de trabajar un poco antes. Hoy me sentía disperso y no me concentraba. He entrado en un pub. Me siento en la barra. Y allí está ella. Hay una botella de whisky en una especie de podio giratorio. Es de esa marca que anuncian y en la base pone una leyenda que alude al origen de la palabra whisky, "agua de vida". La botella está iluminada por varios lados. No puedo apartar la mirada de los distintos tonos de ámbar, a la vez que siento ese sabor maravilloso en mi paladar. Pido la primera copa que no será la última. Me espera una gran noche. Esa botella con su brillos y sus bellos colores parece haberse metido en mi cabeza. No puedo parar de beber... El camarero me despierta, estaba dormido sobre la barra. Le pido la penúltima. Con mucha amabilidad me convence de que he bebido demasiado y además tiene que cerrar. Son las tres de la mañana. Me duele un poco la cabeza. Pago y me voy. Vicky está profundamente dormida. La verdad es que cuando nos vemos no hacemos más que discutir. Ayer me llamó borracho y me pidió el divorcio.
Esta mañana me he dormido. Las manos no dejan de temblarme. Tengo una botella en el mueble bar. Me la bebo entera ya sin vaso. A palo seco. Tengo que bajar a comprar más. Son las doce. Me llaman del despacho... Un cliente me está esperando desde hace una hora. Lo había olvidado. Es la tercera vez que me pasa. Estoy perdiendo contratos.
Ha pasado una semana. Me han despedido del despacho de arquitectos. Mi propio socio. Voy al pub pero cuando llega la hora de pagar no tengo dinero. La tarjeta no funciona tampoco. Como ya me conocen me lo dejan a "cuenta". Voy a casa. Vicky no está y ha cambiado la cerradura... Golpeo la puerta una y otra vez.
Estoy en mi coche. Afortunadamente este no es descapotable. No sé la marca pero me reguarda del frío, aunque huele mal. Llevo un mes durmiendo en él. Tuve que pegarme con un mendigo para conseguirlo. Tengo suerte, está junto a mi centro de salud. La gente me suele dar algunas monedas. Al mediodía voy a la cola para comer dónde las monjas. Y por la tarde vuelvo a pedir. Si hay suerte, puedo sacar para un par de cartones de vino y una lata de atún para cenar.
Vuelvo a despertarme en mi coche. Anoche me tuve que pegar otra vez con otro mendigo que se había metido en él. Yo no soy como ellos... Cuando quiera podré volver a casa con Vicky, esto es provisional. Me tiemblan mucho las manos. Esta noche he tenido un sueño, iba por la Gran Vía en un descapotable, era arquitecto y ganaba mucho dinero... Era solo un sueño. Parece tan real. Solo ha pasado un año desde que iba en mi coche verde descapotable.
Ha hecho frío esta noche. Observo desde las escaleras del ambulatorio como la gente se arremolina alrededor de mi coche. Alguien ha pedido un médico y se oye la sirena de una ambulancia. Parece que hay alguien dentro. Me acerco a ver... Apenas se ve, por la escarcha que cubre los cristales. Por una puerta abierta puedo ver algo. Hay un hombre con pequeños cristales de hielo en su pelo rodeado de cartones de vino vacíos. A pesar de su barba descuidada su cara me resulta familiar. No, no puede ser... Es la cara que veía en el espejo.

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