AMARte: Resiliencia


Los que hemos vivido en campos de concentración podemos recordar a aquellos hombres que se paseaban por los barracones consolando a los demás, regalándoles su último pedazo de pan. Tal vez hayan sido pocos en número, pero constituyen la prueba definitiva de que a un hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: su última libertad, la de elegir la actitud que ha de adoptar en cualquier circunstancia, la de escoger su propio camino. "  Victor Frankl

La resiliencia, según la definición de la Real Academia Española de la Lengua, es la capacidad que tiene el ser humano de adaptarse frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos. También es interesante la acepción del material o el sistema que puede recuperar su estado inicial, como una esponja. Pero desde el punto de vista del desarrollo personal vamos un poco más allá, añadiendo matices importantes: no sólo nos permite afrontar las crisis o situaciones traumáticas, sino que además podemos salir fortalecidos de ellas. Como vamos a ver la resiliencia tiene mucho que ver con los otros cinco aspectos del Método AMARTE, de hecho va de la mano con ellos y se enriquecen mutuamente. La persona resiliente elige responder de una manera asertiva y positiva ante la adversidad, de tal manera que no solo es capaz de sobreponerse a las dificultades de la vida, sino que da un paso más y aprovecha esas situaciones para crecer y desarrollar al máximo su potencial.

La resiliencia es ante todo una actitud, algo que elegimos y que podemos aprender, cambiando nuestras creencias y nuestros hábitos si así lo queremos, lo cual implica compromiso con uno mismo. Este compromiso consiste en esencia abandonar cualquier atisbo de victimismo y tomar las riendas de nuestra propia vida.

¿Qué tengo que hacer para ser resiliente? Estas son las 9 claves de las personas resilientes:

1. Poseen una sana autoestima:  Basada como ya sabemos en el autoconocimiento, la aceptación incondicional de lo que somos y de nuestra circunstancia y la experiencia del Amor y la paz en nuestro interior. Puesto que tienen esa sana autoestima se fijan metas coherentes, se conocen más profundamente a sí mismos y este autoconocimiento hace que sean conscientes de sus fortalezas y debilidades, así como de las oportunidades y amenazas de su situación actual. Tienen sueños pero con los pies en el suelo, pues son conscientes de los recursos que poseen y saben que la meta es lo que les motiva, pero que la felicidad está en el camino que lleva a esa meta.

2. Son responsables y, por tanto, se comprometen con ellos mismos. Puesto que se aceptan y se aman incondicionalmente es natural para ellos hacer lo necesario para volver a su magnificiencia y, como consecuencia, mejorar sus circunstancias externas. Son constantes y tenaces con sus propósitos, los cuales son coherentes con lo que sienten, con lo que piensan y con lo que dicen. Su visión del mundo hace que estén en sintonía con prácticas como la meditación o la atención plena (mindfulness), lo que les permite estar centrados en el presente y ser conscientes de la belleza que existe en todas las cosas, empezando por ellos mismos.

3. Ven en todas las dificultades y vicisitudes de la vida una oportunidad para aprender. De hecho la resiliencia tiene mucho de reaprender y desaprender viejos hábitos que ya no sirven para aprender otros nuevos. La persona resiliente es creativa, comprende que para afrontar las crisis es necesario cambiar el punto de vista para crear nuevas formas de superar las dificultades.

4. Ven tesoros por todas partes. Son optimistas, intentan ver la parte positiva que tienen todas las circunstancias y todas las personas. Saben gestionar sus emociones, no se dejan secuestrar por ellas y actúan con inteligencia emocional, dejan de reaccionar y pasan a responder desde su propia coherencia interna. Confían en que los malos tiempos pasarán y en que nada es para siempre. Viven el momento presente, que es el único en el que pueden hacer algo, sin dejarse amedrentar por los lastres del pasado ni por las incertidumbres del futuro.

5. Practican la ecología, son conscientes de que no están solos en el mundo y tienen en cuenta los distintos sistemas a los que pertenecen. Procuran que todos ellos estén en equilibrio y que todos los elementos que forman parte de esos sistema ocupen el lugar que les corresponde, incluyéndose ellos mismos. Con su actitud emanan equilibrio allá por donde pasan. Saben de la importancia de las relaciones y de que estas sean sanas, que sean un encuentro entre dos o más personas que crecen juntas. En este sentido se suelen rodear de personas con actitud positiva.

6. Saben pedir ayuda y cuando pedirla. Para estas personas el hecho de pedir ayuda no es algo que suponga que son débiles sino todo lo contrario, son personas que tienen claros sus objetivos y se valoran tal como son. Saben que en los momentos de vacas flacas el apoyo social facilita seguir adelante y ayuda a ampliar las opciones.

7. Fluyen, aceptan la realidad tal como es y no como ellos quisieran que fuera. Saben que no podemos controlarlo todo, que en realidad controlamos muy pocas cosas y aún así, ellos se sienten cómodos ante la incertidumbre, porque confían en sí mismos, en la vida y en lo que esta pueda depararles. Son conscientes de que la vida es cambio constante, por lo que no temen al cambio y fluyen con él, adaptándose de manera natural.

8. Integran aquello que a primera vista puede parecer negativo y lo convierten en fortaleza. Saben que todo es relativo: nada es bueno ni malo del todo, lo que en un principio parece ser malo luego puede convertirse en bueno y viceversa. En realidad no hay nada bueno ni malo, todo nos enseña. Esa parte que vemos cómo negativa también forma parte de nosotros y suele tener una intención positiva. Para mí se relaciona con el arte japonés del Kintsugi, que trata de reparar piezas de cerámica con un fuerte adhesivo mezclado con polvo de oro. Así las cicatrices se hacen más visibles, en lugar de esconderlas o negarlas, como símbolo de que los traumas también son parte de la historia de la pieza, y después de repararla adquiere más consistencia y más valor. La foto que abre este artículo muestra un corazón de material cerámico que ha sido reparado con esta técnica, una metáfora de lo que ocurre en el corazón de una persona resiliente.

9. Aquellos que adoptan la resiliencia como un estilo de vida poseen un gran sentido del humor. Sobre todo han desarrollado una gran habilidad para reírse de ellos mismos, como  una manera de darle a las cosas la importancia que realmente tienen y relativizar todo aquello que nos pasa. La risa nos aleja del drama de nuestras vidas y la alegría es la antesala del amor, por no decir que es su más pura expresión.

Porque lo importante no es lo que te pasa, sino lo que haces con lo que te pasa...





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