Coaching en Adicciones



El Coaching es el proceso, o el arte si se prefiere, de identificar y gestionar los cambios que queremos hacer para alcanzar nuestros objetivos. Nos lleva de un estado actual a un estado deseado, por lo tanto el concepto clave es el de cambio. Y eso es lo que busca la persona que vive condicionada por la adicción y, consciente de su dificultad, decide pedir ayuda: cambiar. Desde aquí ya parece evidente la utilidad que tiene el coaching, al ser una herramienta de cambio a través de la acción, en el que el propio interesado es el protagonista y el responsable de su propio proceso. Además ese cambio se produce con el acompañamiento de un coach que centra el foco en su cliente para llevarle a donde quiere ir realmente, teniendo en cuenta sus propios recursos, y motivándose para seguir adelante.
Como es sabido la adicción afecta a todas las áreas de la vida de la persona, y si tenemos en cuenta el modelo de los niveles neurológicos desarrollado por Robert Dilts basándose en el trabajo de Gregory Bateson, afecta a todos los niveles neurológicos. La adicción en cierta manera es buscar en algo externo a nosotros lo que en realidad siempre ha estado dentro de nosotros y está relacionado con la búsqueda del placer (especialmente en las primeras fases de la adicción) o en la evasión del dolor, es decir, en principio la adicción se desarrolla porque la persona se siente mejor en ella que en otras situaciones o actividades y según avanza su dependencia se agarra a su adicción para no estar mal, para no sentir dolor. También hay adicciones, en especial cuando se depende de sustancias, que desde principio suponen una huida del dolor, ya tenga una base más fisiológica o psíquica ese dolor. En cualquier caso la adicción siempre parece responder a un intento frustrado de equilibrar placer y dolor.
Bajo mi punto de vista, la atención tanto pública como privada, es deficitaria, al centrarse ambas cada vez más en un modelo médico puro, muy útil en las primeras fases de abordaje de las adicciones pero con grandes dificultades para que el paciente mantenga los cambios a largo plazo. Esto se debe a que se peca de asistencialismo y se concede un escaso margen a la autonomía personal de los usuarios de dichos servicios, cuando esa autonomía es la clave, al ser la antítesis de la dependencia que supone toda adicción. El enfoque biopsicosocial con el que supuestamente se abordaban las adicciones se hace cada vez menos "social" y menos "psico", olvidando totalmente la parte afectiva, emocional y de identidad personal, que son fundamentales para un cambio que permanezca en el tiempo.
En este sentido hay una necesidad por parte de muchos usuarios de una atención de otro tipo que les reconozca como personas capaces de superar la adicción por sí mismos y de saber qué hacer en cada momento. Marcarse unas metas o unos objetivos concretos ha demostrado ser de gran utilidad en estos casos, pues la clave está en despertar la consciencia y la responsabilidad de la persona incrementando su autoestima y, por tanto, su autonomía lo que le aleja de la dependencia.

En la ilustración anterior podemos ver como se estructuran los niveles lógicos o neurológicos en nuestro cerebro. Cambios en los niveles más profundos implican cambios en todos los niveles que están por encima de ellos. Un cambio en los niveles más superficiales como mucho afectan al nivel inmediatamente inferior, pero no supone cambios en los más profundos. De esto se deduce que los cambios que más perduran son los que se producen desde niveles más profundos, desde el interior de las personas.
Si lo vemos por cada nivel y aplicado a las adicciones:
- Entorno: Tendría que ver con las circunstancias externas, el ambiente. Responde a las preguntas ¿dónde?, ¿cuándo?, ¿con quién? se produce la adicción. Sería el nivel más superficial y más externo a la persona, el nivel dónde lo que pasa no depende prácticamente de ella. En este sentido es muy interesante el lugar que ocupa la persona y el que ocupa la propia adicción en el entorno, lo que llamamos el "rito" de la adicción que engloba también aspectos de los dos niveles siguientes.
- Comportamiento: Este nivel viene totalmente mediatizado por la adicción y es evidente que es lo más llamativo visto desde fuera. Los demás ven en el adicto una persona obsesiva, que no sale de la adicción porque no quiere. Aquí volvemos a mencionar el rito, en este caso serían las pautas de comportamiento que estructuran la propia adicción y contribuyen a mantenerla en el tiempo. Está claro que si nos quedamos en el comportamiento podemos pensar erróneamente que el adicto está donde quiere estar, y no reparar en el resto de los niveles que subyacen a ese comportamiento visible. Responde a la pregunta ¿qué hace en concreto? en relación a la adicción, refiriéndose a la conducta observable desde fuera.
Estos dos primeros niveles producen cambios correctivos que tienen poca probabilidad de perdurar en el tiempo. Son los dos niveles externamente observables y conscientes por completo.
- Capacidades y habilidades: Quizás las capacidades que más se ven afectadas son las que tienen que ver con la gestión adecuada de las emociones (que tiene mucho que ver con las creencias como veremos) y las habilidades sociales, ambas muy relacionadas. La adicción impide en la mayoría de los casos un adecuado desarrollo emocional que incide en un déficit de aprendizajes básicos, y más si tenemos en cuenta que la adolescencia suele ser la etapa en la que se inician las adicciones. Éstas pasan a ser el foco en la vida de la persona y las carencias apuntadas crean gran frustración, pues el afectado se ve cada vez más incapaz para relacionarse consigo mismo y con los demás. Con otras habilidades más instrumentales ocurre lo mismo pues se ven afectadas las habilidades cognitivas, de aprendizaje e incluso las motoras.
Las capacidades y habilidades se sitúan en esa tenue frontera que se situa entre el consciente y el inconsciente de la persona, pues a veces son observables desde fuera, aunque no siempre, o no en su totalidad.
- Creencias y valores: Aquí entramos ya a los niveles plenamente inconscientes. Podríamos decir que son las que mantienen la adicción, un conjunto de creencias limitantes con sus emociones correspondientes asociadas que contribuyen a crear el patrón de la adicción, el rito que lleva a repetir una y otra vez la misma conducta.
Hay estudios que apuntan a que toda adicción podría estar relacionada con ser adictos a determinados pensamientos lo que lleva repetir una y mil veces las mismas rutas neuronales en nuestro cerebro. Parece evidente la relación que existe entre lo que pensamos y cómo es nuestra vida.
Desde la adolescencia me he preguntado que llevaba a unas personas a desarrollar conductas adictivas y otras no, viviendo ambas en ambientes muy similares, incluso en el caso de hermanos. La respuesta apunta, según mi experiencia, a que la diferencia está en dónde ponemos el foco de nuestra vida, en definitiva, en qué creemos y cuáles son nuestros valores. Las personas adictas crean su propio sistema de creencias y valores (como cualquier persona), que les lleva a justificar su adicción, para sentirse bien y porque creen en que llenarán un vacío interior que les produce malestar. Esto, que parece ser cierto en un principio, según se va instalando la adicción en sus vidas muestra su realidad, pues el sentimiento de dependencia que produce cualquier adicción va incrementando aquel malestar, con lo que aumenta la recurrencia del comportamiento adictivo. Es decir, al principio la persona utiliza la adicción para estar muy bien, pero al final lo va haciendo para no estar mal, y se siente atrapada en ese patrón recurrente que es la adicción.
- Identidad: La persona que vive en la fantasía de la adicción siente que no sabe quién es realmente, ni qué es. De hecho se produce una lucha interna entre lo que es realmente, que no se muestra claramente y el personaje que se ha creado con su adicción. En la mayoría de los casos la persona no se reconoce y rechaza su parte adictiva, sin darse cuenta de que esa parte también es ella. Esto es un error, ya que lo que le va a permitir avanzar hacia sus objetivos es integrar esa parte adictiva, no romper con ella.
- Transpersonal/espiritual: La adicción lleva a la pérdida del sentido de la existencia, la persona no sabe para que vive y por eso parece que le da igual morir. A su vez le aísla del resto de las personas y del mundo, solo viven para la adicción. Todo ello hace que parezca que se han olvidado de vivir.
En mi opinión la mayoría de los tratamientos se quedan más en los aspectos conscientes. Se basan sobre todo en los dos primeros niveles y tocan un poco el nivel de las capacidades y las habilidades. Si bien, tienen gran importancia en las primeras fases de tratamiento, no garantizan que se mantengan a largo plazo los cambios conseguidos. Estos cambios se refuerzan cuando se trabajan los niveles más profundos, a partir de las creencias por ejemplo. Por ello la respuesta a la pregunta que ha motivado esta entrada parece evidente: el coaching, la inteligencia emocional y la PNL resultan muy útiles a la hora de superar una adicción.

No hay comentarios: